Callaban las campanas cayendo una por una, cayendo en seco, sin pronunciar su
tlink, tlink, quedando en silencio en el suelo. Y yo solo miraba cuidadosamente
como caía una tras otra frente a mis ojos. Sin querer hacer nada, solo verlas como
caían sin explicaciones. Y entonces me di cuenta que no tenía dedos, tan solo unas
manos blancas traslucida quedando en la punta de mis dedos totalmente
trasparentes, dando la apariencia de su ausencia. Seguía viendo como caían las
campanas que empezaban a rodearme cubriendo mis pies. Salían del aire…de la nada.
Pero como es que algo tan escandaloso podía caer de una forma tan silenciosa.
Volví a ver mis manos. Estaban desapareciendo, podía ver las campanas llegaban a
mis rodillas. Pero no sentía su metálica presencia, era como si yo no estuviera
ahí. Cada vez que callaba tan solo apresuraba mi ausencia. Cada vez que callaba
una parte de mi desaparecía. Las campanas representaban todas las ocasiones que
tuve la oportunidad de hablar, decir algo. Su caída silenciosa fue las veces que
calle. Tan solo apresuraba que mi silencio se hiciera tan común, que mi existencia
no era notada y mi ausencia, mi propia muerte. Quise gritar, pero era muy tarde
para darse cuenta de las cosas. Tan solo quedaban estos pensamientos que…